I CONTACTAR CON LOS ESPÍRITUS:UNO DE LOS TEMAS MAS ANCESTRALES Y MITOLOGICOS
¡ESPIRITISMO Y SUS CONSECUENCIAS!
En cierta ocasión nos invitó a tomar el té en uña fría sala de estar llena de muebles arcaicos, y tras asegurarse de que nuestro interés no era simple frivolidad, se mostró dispuesta a contactar con los espíritus por medio del conocido experimento de la mesa y el vaso invertido.
El atractivo de este pequeño experimento de magia radica en que no necesita preparación, ensayos ni un equipo complicado: todo lo que hace falta es un vaso, una mesa lisa y pulida, las letras del alfabeto y un mínimo de tres personas.
Lo más complicado es posiblemente el alfabeto. Lo ideal es un juego de "letraset"; pero si no tiene uno a mano, lo más sencillo es escribir las letras en cuadraditos de papel. También es conveniente añadir cuadraditos con las palabras "Sí" y "No". Los números del 1 al 10 pueden ser, así mismo, útiles.
Disponga las letras en un círculo alrededor de la mesa. Deje un espacio razonable entre unas y otras. Si utiliza cuadraditos de papel con las palabras "Sí" y "No", colóquelos en posición este/oeste. Ponga luego el vaso invertido en el centro de la mesa. Servirá prácticamente cualquier tipo de vaso, siempre que se deslice libremente sobre la superficie pulida y no tenga pie.
Al principio de la sesión, cada uno de los presentes se sienta formando un círculo alrededor de la mesa y coloca un dedo de cualquiera de sus manos levemente sobre el culo del vaso, preferentemente en el borde. El otro ingrediente que se necesita es únicamente paciencia.
En nuestro primer intento hicieron falta veinte minutos para que el vaso empezara a moverse; pero se movió. Johanna, que estaba demasiado acostumbrada a esas cosas como para dejarse impresionar, formuló la pregunta habitual: "¿Hay alguien ahí?" El vaso tembló ligeramente y empezó a dar vueltas alrededor de las letras, cada vez a mayor velocidad. Finalmente volvió al centro de la mesa y se quedó nuevamente quieto.
Entonces formulamos nuestras preguntas, algunas de ellas hasta cierto punto asininas, y el vaso nos contestó eligiendo sucesivamente letras. Luego Johanna nos confesó que el experimento del vaso no la dejaba nunca completamente satisfecha. Fenómenos físicos como ése tienden a obstaculizar las verdades espirituales de su religión.
A partir de aquella noche he utilizado esta modalidad rudimentaria de ouija más veces de las que soy capaz de recordar. Hoy en día tampoco me siento totalmente feliz con ella, aunque por razones muy distintas de las que atormentaban a Johanna.
La primera cuestión que cabe plantear es por qué se mueve el vaso. Y la primera respuesta es la más simple: porque se le empuja. Se trata de una objeción prácticamente imposible de rebatir. Siempre que lo haga con cierta sutileza, un farsante o un simple bromista podrá empujar el vaso sin que nadie se dé cuenta. La única garantía real es conocer bien a las personas que realizan el experimento .con uno y estar seguro de que lo hacen sin ninguna clase de prejuicios.
Suponiendo que no existe fraude consciente, queda la posibilidad de una influencia inconsciente. Durante años estuve convencido de que ésta debía ser la explicación del fenómeno (pues me mostraba reacio a aceptar la posibilidad de una intervención de los espíritus). Pero un psiquiatra me la demostró:
―¿Cuánta gente asiste a esas sesiones?
―Cinco o seis.
―Entonces tendríamos cinco o seis mentes inconscientes influyendo sobre la dirección del vaso. El resultado sería incoherente.
―Pero no lo era, ¿o sí?
―No, no lo era.
Desgraciadamente, el método del vaso no suele resultar en una comunicación rica ni inspirada. Digan lo que digan los psiquiatras acerca del inconsciente, mi propia experiencia me demuestra que el vaso reacciona según el estado de ánimo de la reunión.
He visto realizar este experimento en una fiesta, y dio lugar a unas respuestas ligeras y animosas, propias de esa clase de actos. Un experimento mucho más serio y solemne, llevado a cabo por seguidores de Dennis Wheatley, les puso en contacto con el propio Satán, con resultados vagamente parecidos a una ópera bufa.
Pero entre estos dos extremos existen cientos de variaciones... y, entre ellas, unas cuantas sorpresas. Los que practican regularmente esta clase de experimentos descubren que, según progresan en ellos, disminuye la variación en el tipo de "contacto" obtenido. Aparecerá una y otra vez la misma entidad hasta que, como ocurre con frecuencia, llega a formarse una imagen sumamente nítida de su personalidad. La mayoría de las sorpresas serán las derivadas de las habilidades mostradas por dicha entidad.
Lo mejor es reconocer siempre la verdad, y la verdad es que un gran porcentaje de las comunicaciones recibidas por el método del vaso son porquería. Esto es cierto aun en aquellos casos en que los experimentos se realizan con propósitos serios. Pero también merece la pena buscar las posibles excepciones a esta regla. Unos cuantos ejemplos extraídos de mi experiencia personal pueden resultar de interés.
Estábamos sentados alrededor de la pulida mesa de Johanna, decididos a averiguar si el espíritu que movía el vaso era capaz de predecir el futuro. Paul, que fue quien sugirió el experimento, se mantuvo en todo momento distante, sentado en un rincón de la habitación. Deseaba asegurarse de que no influía inconscientemente sobre el vaso. Sólo deseaba formular preguntas y tomar notas.
―¿Voy a cambiar de trabajo? ―preguntó Paul.
―Sí ―respondió el vaso.
―¿Qué voy a hacer?
―Estudiar.
―¿Qué voy a estudiar?
―Arte.
―¿Dónde voy a estudiar arte?
―Londres.
odas y cada una de las respuestas del vaso demostraron ser totalmente falsas. Paul no cambió nunca de trabajo ni estudió arte en Londres ni en ninguna otra parte. Y, sin embargo, el experimento no puede considerarse como un completo fracaso. Antes del mismo, Paul nos había ocultado algunos hechos, que eran los siguientes: En los últimos meses, Paul se había sentido insatisfecho con su trabajo, decidiendo cambiar de vida. Había llegado a la conclusión de que su verdadero futuro era el de ser pintor y, con vistas a prepararse para dicha profesión, había tomado la resolución de empezar a estudiar arte. Por razones personales, prefirió no ingresaren el College of Art de Belfast, y había solicitado una beca que habría de llevarle a Londres.
Si se trata de una coincidencia, hay que reconocer que es demasiado perfecta. Yo era el único que le conocía antes del experimento, y debo decir que me había ocultado cuidadosamente cuáles eran sus planes.
La telepatía parece una teoría mucho más razonable para explicar el fenómeno. Esto se ve confirmado por el hecho de que Helen, mi mujer, ha utilizado con éxito el método del vaso para experimentos de telepatía realizados en el pasado entre ella misma y su hermano.
De cuando en cuando, el vaso ofrece una información gratuitamente y sin que nadie se lo pida. En cierta ocasión, y en medio de una sesión nocturna, el vaso dijo de repente: "Contacta con Sheila."
―¿Para quién es el mensaje? -pregunté.
―Para ti.
―¿Por qué tengo que contactar con Sheila?
―Necesita ayuda.
―¿Porqué necesita ayuda?
―Está enferma.
Hacía meses que no veía a Sheila. Ahora tenía el menor motivo para hacerlo. Sheila era "médium" y bruja y, por tanto, estaba perfectamente preparada para aceptar el que la gente actuase basándose en comunicaciones ocultas. La llamé a su casa, pero no me contestó nadie.
Al tercer día de llamadas telefónicas infructuosas empecé a sentirme inquieto. Aunque el marido de Sheila no compartía en absoluto sus puntos de vista acerca de lo desconocido, decidí correr el riesgo de llamarle a su trabajo. Pero no estaba. El y Sheila se habían ido de vacaciones. Pensé que nadie se va de vacaciones sintiéndose mal, clasifiqué la comunicación como inexacta y me olvidé completamente del tema.
Semanas después me encontré casualmente con Sheila y le conté toda la historia.
Entonces me dijo que se había ido de vacaciones precisamente para prepararse con vistas a una intervención quirúrgica seria. Y, de hecho, en el momento de realizar nuestro experimento estaba bastante enferma.
Este ejemplo, y el anteriormente citado, ilustran hasta qué punto pueden ser extraños algunos resultados obtenidos con el método del vaso. Pero, a pesar de ello, en ninguno de los dos casos podía atribuirle la menor importancia al mensaje. No importaba que Paul estuviera planteándose su traslado a Londres para estudiar arte, pues no llegó a ir, no importaba que yo no llegase a contactar con Sheila, pues lo que necesitaba (y encontró) era un buen cirujano.
He visto otros ejemplos parecidos a lo largo de los años. Un tipo al que el vaso le dijo que había sido marino en una enca
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